Colección de artículos

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La motivación

Hay un viejo refrán que dice “cualquier método es inútil si intentas hacer beber a un caballo sin sed”. En otras palabras, por mucho que nos esforcemos por hacer que alguien haga algo, se sacrifique por una meta o lleve a cabo un comportamiento que estamos seguros que es beneficioso para él, si esta persona no quiere, no siente el deseo de hacerlo, todos lo que hagamos así como el método que utilicemos no servirá para nada.

Esta probado que una de las características del talento es la capacidad para motivarse a sí mismo (lo que se llama automotivación), pero … ¿qué es la MOTIVACIÓN?. Esta, en términos generales, viene a ser tener ganas de hacer algo. Se diferencia del DESEO porque la primera incita a la acción. El lenguaje, que es muy sabio, ha acuñado como sinónimo de pereza la palabra DESIDIA, que sorprendentemente deriva de la palabra desiderum, es decir, deseo. Podemos concluir entonces que quién mantiene un deseo pero no pasa a la acción, sufre de pereza.
No quiero decir con esto que motivación sea contrario a deseo, en realidad viene a ser un ingrediente de ella pero al que hay que sumar dos más:

MOTIVACIÓN = DESEO + EXPECTATIVAS + FACILITADORES

En esta fórmula encontramos los tres ingredientes que todo jugador de baloncesto debe tener para hacer explotar todo su potencial, para destacar sobre los demás y haga que digamos de él: “este jugador tiene talento para esto”. Nos referimos en primer lugar al ya comentado deseo y que representa las ganas de hacer, de aprender, conocer, explorar. A este elemento debemos añadir unas EXPECTATIVAS, cualquier persona debe tener en su vida y ya sea en su vida profesional o practicando deporte, una meta, unos objetivos que conseguir así como las recompensas que obtendrá una vez que lo alcance (muchos entrenadores se esfuerzan en dotar de complejos sistemas de incentivos para que los jugadores lo den todo en la cancha, pero en ocasiones estos fracasan porque a la persona le falta el deseo. “El incentivo incendia, el deseo lo dirige”). Por último hay que tener en cuenta los FACILITADORES de la persona, es decir, la destreza, seguridad, confianza, resistencia, satisfacción, capacidad para enfrentarse a los problemas, de superar adversidades,…

Cuando el deseo mengua, o las expectativas se debilitan (el premio pierde atractivo para la persona), o la meta se hace inalcanzable, la motivación inexorablemente disminuye. Es por esta razón por lo que la educación del deseo debe convertirse en la educación de la motivación ya que sin este ingrediente esta deja de existir.

Texto basado en el libro de José Antonio Marina “La educación del Talento”.


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