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La familia también juega
Los padres juegan un papel fundamental en la evolución del jugador desde sus inicios hasta la élite y su apoyo al proyecto deportivo de un club es clave para cualquier cantera. La importancia del entorno en los deportistas se refleja en ejemplos como el bajón de rendimiento de Rafa Nadal tras la separación de sus padres, mostrando la importancia de éstos en la vida deportiva de su hijo. El mayor valor que una familia puede transmitirle a su hijo/a deportista es el de hacerles creer en su esfuerzo, dedicación y trabajo diario como fórmula del éxito, centrándose en el rendimiento deportivo y no en los resultados de los partidos o la estadística.

Las grandes canteras deportivas forman personas, no jugadores. Posiblemente, la mayoría de los canteranos de los clubes de la provincia, no llegarán, por ejemplo, a Primera División, o a jugar en ACB pero, a pesar de ello, si se trabaja sobre la persona y su entorno, los clubes, con mucha probabilidad, tendrán profesionales vinculados al deporte (entrenadores, médicos, fisioterapeutas, psicólogos, abogados, periodistas…) que seguirán en sintonía con la filosofía del club y sus valores permitiendo que esa entidad siga creciendo.

En relación a los padres, es importante encontrar un equilibrio en lo que le exigen deportivamente a sus hijos y crear un modelo de actuación en las gradas. Algunos padres piensan que en los partidos son “hinchas del equipo de su hijo”, donde todo vale y donde todo se justifica, desde los insultos o vejaciones a un árbitro, hasta gritar e insultar a niños de 11 años cuando tienen que lanzar un penalti o tiro libre. Según explican algunos padres, ser educado, respetuoso, correcto en las formas, parece hacer más débiles a sus jóvenes jugadores. ¿Es eso cierto? La respuesta es NO.

En muchas ocasiones confunden la violencia con la agresividad deportiva. Frases de apoyo a destiempo, exigirles demasiado, no darle el valor al entrenador, y pensar que los goles o puntos conseguidos por su hijo son lo único importante para demostrar su valía como jugador, son comunes en muchos de los padres que nos rodean. Igualmente, los padres que responsabilizan de los errores de su hijo al entrenador, a que los compañeros son muy malos o a la actuación del árbitro, buscan culpables en todo lo ajeno a su hijo, mostrando a su joven deportista que para mejorar y no cometer errores quienes tienen que cambiar o mejorar son los demás. Esto es una barrera e impedimento que evitará que su hijo se esfuerce en mejorar aquellas facetas del juego en las que tiene más dificultades y, probablemente, acabe antes de tiempo con la “carrera deportiva” del hijo.

Enseñar al joven deportista que los errores y aciertos en los pases, faltas o tiros libres, se deben a su trabajo, a su esfuerzo y solidaridad con unos objetivos deportivos, que los resultados van y vienen pero que el trabajo bien hecho siempre acaba dando sus frutos, ayuda a hacerlos crecer en autoconfianza (poco afianzada en niños y adolescentes) y a generar buenas rutinas mentales, como cuando se cumplen los horarios de comida en casa, rutinas que tanto padres como hijos deben adquirir y que les ayudarán a ser más organizados y competentes.

En una cantera con proyección que mire al futuro, a la par de la educación en valores deportivos de los jóvenes, está la de formar a los padres, esos que en muchas ocasiones se definen en algunas canteras deportivas como “mal necesario”, pero que bien llevados, formados y valorados aumentan las posibilidades de evolución y éxito de la experiencia deportiva de los jóvenes jugadores y consiguen sumar y hacer crecer los proyectos deportivos de los clubes.

Extraído de la Federación Andaluza de Baloncesto

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